Quizá la obra que mejor represente el dolor y el abandono que Camille Claudel sintió por Auguste Rodin sea su célebre ‘La edad madura’, en la que la escultora se representa a sí misma suplicando a su amante que no se deje embelesar por los susurros de esa ánima embaucadora con la que identificó a Rose Beuret.
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