—Joder, cari, ya estamos otra vez…
—¡Ya estás tú otra vez!
—Vale, he salido de trabajar y me he parado a tomar algo donde Miguelón…
—A tomar algo dice…
—Vamos a ver… cari… ¿es que uno no puede salir de trabajar y tomarse algo?
—Y emborracharse, querrás decir. Como ayer y como antes de ayer… y como hace un mes… y un año… Estoy harta de esto, Pepe, te juro que no lo aguanto más.
—Venga, cari, no me montes otra escenita… he tenido un día de pelotas…
—Recoge tus cosas y vete.
—¿Pero qué estás diciendo, tontita…? No me vengas ahora con gilipolleces… que es que eres especialista en amargarme la vida, joder.
—¿Cómo que en amargarte la vida? ¡Serás egoísta!
—Egoísta… no jodas… ¿te prohíbo yo hacer algo acaso?
—Me prohibes hacer todo. ¿No te das cuenta? Esto no es vida. Yo no puedo seguir así. Esto va a acabar conmigo.
—Ahora se me pone melodramática… ¡eooooo!… tómate una birra, mujer. Eso es lo que te vendría bien a ti… una buena birra… como hacíamos antes…
—Sí, antes me tomaba mis cervezas, mis gin tonics, mis vinitos. Y los disfrutaba muchísimo. De verdad que sí. Ahora me dan asco. ¡Asco! Porque me recuerdan esta mierda en la que te has convertido.
—Bueno, bueno, bueno… estás empezando a hincharme los cojones, cari.
—¡Que no me digas “cari”!
—¡Vale! ¡No te digo “cari”…! ¿Y cómo quieres que te llame… doña amargada…? ¿Aburrida? ¿Frígida…?
—¡Largo de aquí! ¡He dicho que te vayas!
—Era un chiste, mi vida. No me dirás que cuando me pongo no soy gracioso…
—Es que no le soporto…
—Oye, oye, oye… tranquilidad… si al final va a ser verdad lo que dice Miguelón… que mi problema es que tú no me has apoyado nunca…
—¿Cómo que no te he apoyado?
—Ya sabes, cuando atropellé a aquel…
—¿En serio quieres hablar de eso ahora?
—Claro, para ti es fácil no pensarlo… Al fin y al cabo tú no te manchaste de sangre. Fui yo quien lo mató.
—Pepe, fue un accidente. Y tienes que dejar de atormentarte por ello. Supéralo de una puta vez. Esto es una tortura.
—Claaaaro… una tortura… sobre todo para ti, ¿verdad?
—¿Qué quieres decir?
—Que esto me lo he comido yo solo… con el Miguelón… tengo suerte de tenerle como amigo… es mi mejor amigo… ¿lo sabías?
—Pero si le acabas de conocer…
—¿Y eso qué importa? Es mi mejor amigo ¡y punto! Y tú eres una puta.
—¡Y tú un borracho!
—Y un asesino…
—Yo no he dicho eso.
—Pero yo lo maté… y jamás podré cambiar eso… No podré cambiarlo, ¿sabes? Ni podré olvidar su cara de pánico… ni esos ojos de caballo enloquecido… ni aquel grito de auténtico terror… ni el golpetazo contra el capó… (¡PUM!)… ni el ruido de cristales… ni la sangre… ni a aquella mujer saliendo de su casa en camisón… desconsolada… rota… destrozada… ¡me cago en la puta! Me acuerdo de sus chillidos todos y cada uno de los días…
—Pepe, aquel accidente fue una tragedia. Pero no puedes hacer nada por cambiarlo. No te digo que lo olvides porque eso es imposible tanto para ti como para mí. Pero tienes que mirar hacia adelante.
—¡Y cómo coño se hace eso!
—Afrontándolo…
—¿Y no lo hago?
—Alcoholizarse no es afrontarlo.
—Cada uno busca sus salidas…
—¡No es una salida!
—Para mí, sí…
—Es un agujero.
—Quizá me guste este agujero…
—Pues yo necesito aire. He hecho todo lo que he podido para ayudarte, pero me veo incapaz de seguir. Quiero recuperar mi hogar, Pepe.
—Y yo la paz en el mundo… no te jode…
—De acuerdo, esta noche vuelve a ser imposible hablar contigo. Me voy yo.
—Vale.
—Espero que mañana después de trabajar vengas directamente a casa. Me gustaría que habláramos sin que estuvieras borracho.
—Haz lo que te dé la gana. Y apaga la luz al salir.
(Sigue la serie ‘Grietas’ entrando aquí)
****
Recuerda que puedes suscribirte a estas historias haciendo clic aquí. Y que puedes compartirlas con quien tú quieras. Me harás feliz si ayudas a que esto crezca. ¡Hasta pronto!